martes, 2 de diciembre de 2008

EL CAMINO

Caminando por la senda de la vida, he llegado a la mitad del camino, ahora se abren dos nuevas direcciones, las cuales se volverán a unir pasado un tiempo para ser una única vía hacia un lugar, el cual no tiene retorno.
En esas dos nuevas direcciones, ¿cual he de tomar?.
La que esta sin obstáculos, en la que su andar es suave y fácil, no hay ninguna piedra en el camino, la que todo es ir en dirección recta.
O la que en ella es difícil el caminar, con sus pendientes tan elevadas que sólo mirar hacia arriba ya produce vértigo.
La decisión se que es mía y de nadie mas (pero he escogido y no me arrepentiré jamas de ellos), la segunda opción.
Pues en ella esta el verdadero significado de la vida, el significado de ser yo y nadie mas, poder profundizar en lo mas hondo de mi alma en busca de mi misma.

4 comentarios:

S. dijo...

Yo siempre me he sentido un poco Dos Caras, tiendo a traducir todos los sucesos de mi vida como una decisión dual. O a tres opciones, cuando es posible, que siempre es un mejor número.
Al final no es tan importante lo que decidamos tanto como no arrepentirse de ello.

Un abrazo.

Ramón María dijo...

Ambas, muchas veces los acontecimientos nos llevan por dónde no queremos y tratamos volver una vez dañados, en fin, eso es la vida, ó ¿no?....


Agur un saludo.

mariajesusparadela dijo...

Yo creo que tu decisión es la correcta. El camino fácil carece de mérito. Y, siempre he oído decir que lo que importa no es la meta, sino el camino: cuanto más duro, más nos gusta ser capaces de llegar al final.

Fuga dijo...

Me has recordado un bellísimo poema, aquí te lo dejo, espero te guste.
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Konstantínos Kaváfis.

ÍTACA.


Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca

debes rogar que el viaje sea largo,

lleno de peripecias, lleno de experiencias.

No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,

ni la cólera del airado Posidón.

Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta

si tu pensamiento es elevado, si una exquisita

emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.

Los lestrigones y los cíclopes

y el feroz Posidón no podrán encontrarte

si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,

si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo,

que sean muchos los días de verano;

que te vean arribar con gozo, alegremente,

a puertos que tú antes ignorabas.

Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,

y comprar unas bellas mercancías:

madreperlas, coral, ébano, y ámbar,

y perfumes placenteros de mil clases.

Acude a muchas ciudades del Egipto

para aprender, y aprender de quienes saben.

Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:

llegar allí, he aquí tu destino.

Mas no hagas con prisas tu camino;

mejor será que dure muchos años,

y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,

rico de cuanto habrás ganado en el camino.

No has de esperar que Ítaca te enriquezca:

Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.

Sin ellas, jamás habrías partido;

mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.

Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,

sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.